martes, 16 de abril de 2013

Veinte poemas de amor, de Pablo Neruda, por Eloy Maestre



Veinte poemas de amor, de Pablo Neruda, es el libro de poesía más popular del siglo XX en nuestra lengua y el más vendido de todos los tiempos.

Veinte poemas de amor

Que un libro de poesía venda millones de ejemplares, como recoge una Antología Fundamental de Pablo Neruda, en su segunda edición de 1989, de Pehuén Editores, de Chile, es un hecho inusual e insólito, resulta pasmoso y sólo puede entenderse por el tema eterno del amor, tratado bellamente por su autor.

Los poetas son conscientes de que escriben para minorías. Juan Ramón Jiménez, por ejemplo, advertía que él escribía para cincuenta personas. Pese a que un optimista asegurase en verso célebre: “la poesía es un arma cargada de futuro”, la verdad es que cada vez se lee menos poesía en este mundo nuestro tan agitado.

Autor

El chileno Pablo Neruda (1904 – 1973) se define a la perfección, en su estilo torrencial, en su poema Autorretrato, que comienza así:

Por mi parte, soy o creo ser duro de nariz,
mínimo de ojos, escaso de pelos en la cabeza,
creciente de abdomen, largo de piernas,
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Y termina diciendo:
Poeta por maldición y tonto de capirote.

Al final del prólogo de su primera novela, El habitante y su esperanza, se retrata asimismo fielmente:

“Como ciudadano, soy hombre tranquilo, enemigo de leyes, gobiernos e instituciones establecidas. Tengo repulsión por el burgués, y me gusta la vida de la gente intranquila e insatisfecha, sean estos artistas o criminales”

En 1936 Neruda está en España, primero como cónsul de su país en Barcelona y luego en Madrid. Le tocó vivir en nuestro país parte de nuestra Guerra Civil, y en medio de ella escribió España en el corazón (1937).

Conoció en Madrid a los grandes poetas: García Lorca, Antonio Machado, Rafael Alberti y Miguel Hernández.

Obra

En su dilatada carrera literaria produjo más de 40 obras, entre verso y prosa.  Los Veinte poemas de amor salieron a la luz en 1924, es decir que el autor contaba con menos de 20 años.

De su extensa producción destaca su Canto general (1950), de quien el propio Neruda dice: “Este libro fue la coronación de mi tentativa ambiciosa. Es extenso como un buen fragmento del tiempo y en él hay sombra y luz a la vez”. Odas elementales (1954) se detiene en temas sencillos, en sus propias palabras incluye poemas: “al caldillo de congrio y a la flor azul, al invierno del río Mapocho y al día feliz, a la erosión de la provincia de Malleco y a la fertilidad de la tierra.”

Como tantos poetas, acostumbrados a pesar y medir cada palabra, a escuchar su música, su prosa es bellísima. Lo demuestra en su libro de memorias Confieso que he vivido, tal vez el más conocido de su producción.

El 1971 le concedieron el Premio Nobel de Literatura.

Estilo

Neruda es el poeta del pueblo, destinatario de todos sus versos. Su verso libre llega con facilidad a todo el mundo.

En sus Veinte poemas de amor, los poemas más populares son el 15 y el 20. En el 15 trata de un amor que el poeta goza en este momento y su primer verso dice:

“Me gusta cuando callas porque estás como ausente”

El poema 20, último del libro, trata de un amor perdido. Años después, el cantante Alberto Cortéz hizo con él una canción que paseó por todas partes. El primer verso comienza así:

“Puedo escribir los versos más tristes esta noche.”

Ambos parecen los mejores porque los preferimos la mayoría de los lectores. Yo me decanto por el 15, aunque el desgarro por la pérdida del amor del 20 también me resulte magnífico.

El más excelso soneto de amor

Hablando de poemas de amor parece obligado aludir al más excelso soneto de amor en español debido a Quevedo. En su libro en prosa Viajes, Neruda rinde homenaje a nuestros poetas, en especial a Quevedo, para él “el más grande de los poetas espirituales de todos los tiempos.”

Tras hablar de su vida turbulenta y a veces dolorida, se detiene en el soneto inolvidable del que dice Neruda: “Este soneto es la única flecha, el único taladro que hasta hoy ha horadado la muerte, tirando una espiral de fuego a las tinieblas.”

El soneto maravilloso, mil veces citado, dice así:

Podrá cerrar mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
 Mas no desotra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama la agua fría
y perder el respeto a ley severa
Alma a quien todo un Dios prisión ha sido:
venas que humor a tanto fuego han dado;
médulas que han gloriosamente ardido;
Su cuerpo dexarán, no su cuidado
serán ceniza, mas tendrá sentido:
polvo serán, mas polvo enamorado

Para entenderlo de verdad, porque soy un poco torpe, he debido ordenar los catorce versos del soneto en seis largas frases:

La postrera sombra que me llevare el blanco día podrá cerrar mis ojos
Y podrá desatar esta alma mía en lisonjera hora a su afán ansioso.
(La muerte llega).
Mas la memoria en donde ardía no dejará desotra parte en la ribera
Mi llama sabe nadar el agua fría y perder el respeto a ley severa
(El amor trasciende a la muerte)
Alma, venas y médulas dejarán su cuerpo, no su cuidado
Serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado.
(La idea de amor supera a la materia)

El último verso, en especial, resonará para siempre en nuestros corazones:

polvo serán, mas polvo enamorado.


1 comentario:

  1. ¿Neruda llegó a ver en vida que vendía por millones los ejemplares de 'Veinte poemas de amor'?

    No querría pasar por cínico, pero el éxito comercial de un poeta suele venir determinado por la muerte más o menos espantosa que haya tenido; quizá sea por eso que la poesía como género literario rebose poetas suicidas. Para que un poeta venda millones de ejemplares en vida, como hizo Pemán (por mucho que os sorprenda), o como hizo Cela (esto sí que no os sorprenderá), suele hacer falta que te proteja un Caudillo. Si no hay Caudillo, rara vez hay millones de ejemplares vendidos, salvo que, como en el caso de Neruda, venga uno al que no le gusten tus rimas y te asesine.

    En materia de poesía suelo estar a lo que nos predicaba el impagable Basilio Palacios, aunque con los versos de Neruda alguna vez hice una excepción.

    Alfonso

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