Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, por Eloy Maestre


Cien años de soledad es la cumbre más alta de la novela en español de todo el siglo XX. El magnífico poeta chileno, Pablo Neruda, dijo de ella que era: “la mejor novela en español desde el Quijote”.


Autor

Gabriel García Márquez, nacido en Aracataca, Colombia en 1927, que pelea contra una terrible enfermedad desde hace años, fue periodista en diarios colombianos y en dos agencias de noticias: una colombiana y otra cubana.

Además de su extensa producción periodística, comenzó a publicar cuentos y novelas desde muy joven. Pero la obra que le reportaría fama mundial, eclipsando tal vez inmerecidamente el resto de una producción muy notable en cuentos, ensayos y novelas, fue Cien años de soledad.


Obra en conjunto

Logró el premio Nobel de Literatura en 1982, a toda su obra como siempre sucede, pero la talla de Cien años de soledad, cuya primera y mítica edición data de mayo de 1967, ensombrece al resto de su producción.

Desde mayo de 1967,  con la famosa portada de Vicente Rojo, que incluye la e de la palabra soledad vuelta del revés, y que apareció en la Editorial Sudamericana de Buenos Aires, la obra se ha reimpreso y editado cientos de veces, habiendo sido traducida a decenas de idiomas. Yo poseo la trigésimo primera reimpresión de agosto de 1972.

Tal vez alguien desconozca la pequeña historia de la primera edición de la novela, por eso la reseño aquí. García Márquez vivió unos años en Barcelona y la más famosa agente literaria de las letras en español, Carmen Balcells, le representa desde hace décadas. La novela fue ofrecida a un editor español que la rechazó y desde entonces se tiró de los pelos por dejar pasar la diosa Fortuna a su lado sin reconocerla.

La editorial argentina que acabó editándola logró con ella el mayor éxito de su historia, con sucesivas reimpresiones en cada año y un año tras otro, que nunca lograban saciar la sed de los lectores. Cuando todavía no abundaban los éxitos mundiales de ventas, esta obra lo consiguió.


Influjo

Su influjo en los escritores en lengua española ha sido muy grande, pero es de tal magnitud que trasciende la letra escrita. Al menos en dos ocasiones, que yo sepa, han intentado cambiar el nombre de su villa natal, Aracataca, por Macondo, el nombre escogido por el autor para la villa de ficción, en las dos ocasiones los habitantes han rechazado la idea.

También recientemente han decidido en una encuesta de personajes de ficción en español, que el coronel Aureliano Buendía era el preferido de la mayoría.


Cien años de soledad

Sus primeras cien páginas son arrebatadoras, sublimes, un prodigio de imaginación creadora. Su protagonista es el coronel Aureliano Buendía, que se define en sus páginas como alguien que “promovió treinta y dos levantamientos armados y los perdió todos.”

Aureliano es hijo de los fundadores de la saga: José Arcadio Buendía y su mujer, Úrsula Iguarán, fundadores con algunos otros pobladores de la aldea de Macondo. El monumental José Arcadio, que “había dado sesenta y cinco veces la vuelta al mundo enrolado en una tripulación de marineros apátridas”, es uno de ellos, y tras él, una extensa prole de hijos, nietos y biznietos cuentan sus vivencias.

Sin olvidar a Melquíades, ni al coronel Gerineldo Márquez, compañero de correrías de Aureliano, ni al cura que levitaba delante de cualquiera con sólo beberse una taza de chocolate para conseguir fondos con los que levantar un templo.

Úrsula, la fundadora de la saga, es uno de los personajes femeninos inolvidables de la novela, junto con Amaranta, Rebeca, Petra Cotes, Mercedes la Bella, con sus pretendientes muriendo de amor por ella, y tantos otros.


Estilo

Decir García Márquez es decir realismo mágico, como se nombró su estilo desde que comenzó a publicar sus obras, y en especial tras la explosión de Cien años de soledad. Ignoro la definición de realismo mágico, pero una extensa cita de su obra capital os lo explicará mejor que cien torpes palabras mías:

(Pag. 118). “Un hilo de sangre salió por debajo de la puerta, atravesó la sala, salió a la calle, siguió un curso directo por los andenes disparejos, descendió escalinatas y subió pretiles, pasó de largo por la Calle de los Turcos, dobló una esquina a la derecha y otra a la izquierda, volteó en ángulo recto frente a la casa de los Buendía, pasó por debajo de la puerta cerrada, atravesó la sala de visitas pegado a las paredes para no manchar los tapices, siguió por la otra sala, eludió en una curva amplia la mesa del comedor, avanzó por el corredor de las begonias y pasó sin ser visto por debajo de la silla de Amaranta, que daba una lección de aritmética a Aureliano José, y se metió por el granero y apareció en la cocina donde Úrsula se disponía a partir treinta y seis huevos para el pan.”

Si un hilo de sangre es capaz de tales hazañas, no cabe duda de que es mágico.


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