Don Quijote, un libro de humor, por Eloy Maestre



Queridos compañeros del Ramiro. Esta sección de mis libros amados incluirá aquellos que siempre he releído con gusto, comprendiendo algunos de los que me han acompañado, maravillado, impresionado y he amado a lo largo de mi vida.

Don Quijote: un libro de humor.

Lejos de mí la vanagloria de descubriros la inconmensurable hermosura del Quijote, pero quisiera mostraros por qué lo considero un libro de humor.

Comenzaré por mi relación con el mismo. Siendo yo joven, el Quijote entró en mi vida y conmigo se quedó para siempre. Ha sido mi libro de cabecera durante años y lo he leído media hora diaria tiempo y tiempo antes de dormir. Muchas veces lo le disfrutado como después supe que hacían infinidad de protestantes con la Biblia: abriendo sencillamente el libro por cualquier lado y así cada día.

Mi hermana Rosa se extrañaba viéndome reír a carcajadas cuando leía el Quijote, pero siempre me ha procurado el mismo efecto las locuras y desmesuras del hidalgo ingenioso.

¿Por qué es un libro para hacer reír?, os preguntaréis tal vez. Comenzando porque Cervantes disfraza a su protagonista con trozos de una armadura oxidada, le monta en un caballejo ético, bautizado como Rocinante, es decir un rocín de los de antes, y le confiere un aspecto físico nada atractivo: feo, viejo (porque 50 años para la época lo era) y flaco, es decir: una joya de hombre. No contento con eso, le hace hablar de forma incomprensible, tan elevada y absurda que inquieta, asombra y hace reír y dudar a todos de su cordura.

Además de la creación magistral de su personaje principal, Cervantes pone a su lado un Sancho Panza socarrón y deslenguado, el segundo en la primera pareja de payasos de la historia. Como toda pareja de payasos, uno al menos va disfrazado, uno es cuerdo y otro loco. A veces intercambian los papeles y no se sabe quien es cuerdo y quien loco. Don Quijote no sería quien es sin Sancho a su lado, solemnizando cada barbaridad, locura o golpes de genio o de ingenio de su señor.

Finalmente, y por encima de todo, Cervantes somete a su Quijote a todos los maltratos posibles e imposibles, para hacer reír a los lectores u oyentes, ya que este libro y todos en su época se leyeron a muchos analfabetos.

Porque el humor es cruel, consiste en reírse de las desgracias ajenas. De esas sufre unas cuantas nuestro hidalgo: apedreado, molido a golpes, apaleado, acuchillado, atado, enfrentado y afrentado por cualquiera.

Humor visual

Es el más importante y efectivo a lo largo de los siglos y de las diferentes culturas. En el libro se detallan numerosos ejemplos de él: caídas tan brutales como para ser sufridas a la vez por caballo y caballero, palizas, peleas multitudinarias, apedreamientos, encantamientos y toda una serie de desventuras graciosas de contemplar.

Los golpes de don Quijote a Sancho también menudean como en los títeres: para hacer reír. Los motivos son variados: exigencia de Sancho de que don Quijote case con una princesa desdeñando a Dulcinea, y Sancho recibe palos; miedo de Sancho en la aventura de los batanes extendido a su amo, y Sancho recibe palos.

Humor verbal

También hay abundantes muestras del mismo. Se compone de juegos de palabras, errores de Sancho ante frases o palabras dichas por los demás, refranes enristrados como los ajos por Sancho para enfado de su señor.

Todos los refranes eran fuente constante de risa para lectores y oyentes, porque en su época todos los conocían, especialmente si se amontonan sin sentido. Además, Sancho cambia a veces alguna palabra y el refrán se convierte en chiste cuando dice: vale más pájaro en mano que buitre volando o el buen gobernador, la pierna quebrada y en casa.

Humor escatológico

De humor escatológico o sucio hay muestras en el libro. En la aventura de los batanes, estando detenidos ambos hasta que se hiciera de día por la industria de Sancho que ata a Rocinante, de pronto siente una necesidad que sólo él puede satisfacer, pero a la vez está literalmente cagado de miedo por el ruido terrible y desconocido de los batanes que no ven, y se mantiene de pie agarrando la silla de su amo, que permanece sobre Rocinante dormitando, y no la suelta. Piensa si apartarse unos pasos pero el miedo le ata a su amo, al fin decide hacerlo allí mismo y suelta la lazada de sus pantalones, se agacha y procede. Se le escapa un ruido y don Quijote le pregunta qué ha sido aquel rumor, a lo que Sancho responde embaucándole como de costumbre.

Sancho termina su acto y al instante su amo, en la vertical del hecho, lo huele y tapando sus narices con los dedos dice gangueando: Paréceme Sancho, que tienes mucho miedo y Sancho responde: ¿En qué lo ha notado? Y don Quijote replica: En que ahora más que nunca hueles y no a ámbar.

El Quijote nos ha hecho reír a muchos y lo seguirá haciendo por los siglos. 

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